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or el Dr. Santiago Tortone, Dermatólogo.
Ya es un clásico en las consultas médicas estéticas recibir pacientes que gastan dinero en productos de cuidado facial y que a pesar de eso no logran mejorar la calidad de su piel, incluso todo lo contrario, presentan efectos rebotes no deseados. El cuidado diario de la misma, es la base del éxito para lucirla sana, hidratada y luminosa, sin ese brillo de grasitud que suelen presentar este tipo de pieles.
En la rutina cotidiana, como paso fundamental e indispensable, el primer puesto se lo lleva la limpieza facial con productos oíl-free, ya que, sin ésta nada de lo que apliquemos después dará resultados. Siempre debe realizarse como mínimo 2 veces al día (al levantarnos y antes de dormir).
Las aguas micelares son una buena opción ya que además de tener propiedades desmaquillantes, arrastran la grasitud dejando la piel hidratada, éstas se pasan con una esponja o torunda de algodón y no se enjuagan.
Las espumas o geles de limpieza para pieles grasas suelen tener en su composición diferentes ácidos como el salicílico, entre otros, que trabajen las glándulas provocando lo que se llama “sebo-regulación”, es decir que ayuden a minimizar la fabricación de grasa, regulando su fabricación y provocando además la limpieza total del poro, que es el conducto de salida a la superficie cutánea de ésta glándula sebácea, de esa manera evitaremos la aparición de los famosos puntos negros llamados “comedones”.
Las pieles mixtas, que tienen la zona T (frente, nariz, bozo y mentón) más grasa, este tipo de productos también ayudarían a sebo regular dichas zonas. Ante la duda, siempre consulta con un médico dermatólogo.
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